“Inmortal” nace como el esfuerzo de una vida. El trabajo de composición, en cuanto a escritura y notación, empezó el 2019, pero las ideas que de alguna u otra forma son exploradas en este debut, son un conjunto de concepciones y disposiciones que he deshidratado y aglutinado desde que tenía cerca de 12 años. Son, en definitiva, un reflejo de las dudas que se han alojado dentro de mi mente y mi cuerpo, por más de una década.

Desde la primera hasta la última canción -tanto de forma sonora (y por lo tanto, atmosférica), como de forma magnética (y por lo tanto, visceral)- intenté tallar de forma cuidadosa los torrentes de información e imaginación que mi propia humanidad atrapó y germinó.

En un suelo estéril, estas canciones crecieron fértilmente en mí. Cuando digo estéril, lo digo porque más allá de las cosas instintivas e intuitivas que nuestros cuerpos son, las tan complejas realidades que desde pequeño en mí generaron conflictos y resoluciones, fueron todas aquellas cosas sociales que más allá de realidad, tienen una fuente que desde el artificio intenta crear futuros prósperos.

Estas realidades complejas, que son más bien ideales, nos hicieron crecer como una de las especies que más ha logrado explotar la Tierra para su propio beneficio. Al igual que las abejas, nosotros construimos panales que llamamos ciudades, donde solo a través del trabajo arduo podemos hacer tantas diversas formas de miel. Y al igual que las abejas, obedecemos a jerarquías, instrucciones, estrategias, pero por sobre todo, a nuestra experiencia.

“Inmortal”, es en sí esta constante universal. Nuestra necesidad por condensar nuestro instinto y nuestra experiencia en la manifestación más profunda de lo que la vida en un astro pueda entregar. Sin embargo, también es un comentario desde la ironía.

Sin importar el pensamiento, ni la fe, o la ideología, los animales en la Tierra sabemos que nuestro tiempo en este planeta solo puede ser gastado de una forma: La sobrevivencia. Humanos, abejas, vacas, bacterias e insectos, sabemos, en nuestro interior, que el fin para todo problema es siempre el mismo: Sobrevivir a la existencia del hoy.
Pero aun así, nos aferramos a nuestras estructuras.

Y la estructura e institución humana que más ha prevalecido a través de civilizaciones y sociedades, ha sido el deseo inherentemente humano de archivar nuestra consciencia, para así ser inmortales. Ese deseo, nos ha llevado a explotar el planeta buscando sobrevivir por nuestro ideal de tiempo estático.

El humano es majestades, excelencias, posesiones, instituciones, deseos y negaciones para sobrevivir a su muerte. Necesitamos nuestro panal y lo que aglutina esa estructura son estos capitales. Nuestro deseo de influir, controlar y saber. Nuestro deseo de inmortalidad, nos ha llevado a esto.

Al hoy. Una cadena de sucesos, que terminaron y culminaron en hoy.

La ilusión es que pensamos que vivimos por mañana.